LA
VIOLENCIA INVISIBLE EN LA PAREJA
Mujeres maltratadas, varones violentos: dos dramáticos aspectos de
las asimétricas relaciones de género. En todo el mundo occidental, la violencia
(masculina) hacia las mujeres se torna evidente y se deslegitima de forma
creciente. Cada vez más, los dispositivos jurídicos y sanitarios ejercen
acciones sobre las personas involucradas, y el campo de la salud mental no es
ajeno a ello.
Sin embargo, la
deslegitimación y los abordajes legales y terapéuticos se han realizado casi
exclusivamente sobre las formas evidentes, máximas y trágicas de dicha
violencia y sus efectos. Pero, si pensamos que la violencia de género es toda
acción que coacciona, limita o restringe la libertad y dignidad de las mujeres,
podemos comprobar que quedan ignoradas múltiples prácticas de violencia y
dominación masculina en lo cotidiano, algunas consideradas normales, algunas
invisibilidades y otras legitimadas, y que por ello se ejecutan impunemente.
PODER Y GENERO
El poder no es una categoría abstracta; el poder es algo que se
ejerce, que se visualiza en las interacciones (donde sus integrantes lo
despliegan). La palabra "poder" tiene dos acepciones popularmente
utilizadas: una es la capacidad de hacer, el poder personal de existir,
decidir y autoafirmarse. Es el poder auto afirmativo. Este poder
requiere para su ejercicio una legitimidad social que lo autorice (y esta
legitimidad sólo la han obtenido hasta hace muy poco los varones).La otra
acepción: la capacidad y la posibilidad de control y dominio sobre la vida
o los hechos de los otros, básicamente para lograr obediencia y lo de ella
derivada. Es el poder de dominio. Requiere la tenencia de recursos
(bienes, poderes o afectos) que aquella persona que quiera controlarse no tenga
y valore, y de medios para sancionarla y premiarla.
LOS MICROMACHISMOS
Los mM son microabusos y microviolencias que procuran que el varón
mantenga su propia posición de género creando una red que sutilmente atrapa a
la mujer, atentando contra su autonomía personal si ella no las descubre (a
veces pueden pasar años sin que lo haga), y sabe contramaniobrar eficazmente.
Son el caldo de cultivo de las demás formas de la violencia de género (maltrato
psicológico, emocional, físico, sexual y económico) y son las "armas"
masculinas más utilizadas con las que se intenta imponer sin consensuar el
propio punto de vista o razón. Comienzan a utilizarse desde el principio de la
relación y van moldeando lentamente la libertad femenina posible. Su objetivo
es anular a la mujer como sujeto, forzándola a una mayor disponibilidad e
imponiéndole una identidad "al servicio del varón", con modos que se
alejan mucho de la violencia tradicional, pero que tienen a la larga sus mismos
objetivos y efectos: perpetuar la distribución injusta para las mujeres de los
derechos y oportunidades.
Puntualmente, los mM pueden no parecer muy dañinos, incluso pueden
resultar normales o intrascendentes en las interacciones, pero su poder,
devastador a veces, se ejerce por la reiteración a través del tiempo, y puede
detectarse por la acumulación de poderes de los varones de la familia a lo
largo de los años.
1. MICROMACHISMOS
COERCITIVOS
En estos mM, el varón usa la fuerza (moral, psíquica, económica o
de la propia personalidad), para intentar doblegar a la mujer, limitar su
libertad y expoliar el pensamiento, el tiempo o el espacio, y restringir su capacidad
de decisión.
· Intimidación
Este es un mM que está en el límite entre la violencia psicológica
y los mM propiamente dichos. Maniobra atemorizante que se ejerce cuando el
varón ya tiene fama (real o fantaseada) de abusivo o agresivo. Da indicios de
que si no se le obedece, 'algo" podrá pasar. Implica un arte en el que la
mirada, el tono de voz, la postura y cualquier otro indicador verbal o gestual
pueden servir para atemorizar.
· Control del dinero
Este mM en la creencia que el dinero es patrimonio masculino, sus
modos de presentación son muy variados: no información sobre usos del dinero
común, control de gastos y exigencia de detalles, retención -lo que obliga a la
mujer a pedir- (Coria, 1992), etc. Se incluye también en este apartado la
negación del valor económico que supone el trabajo doméstico y la crianza y el
cuidado de los niños.
· No participación en lo doméstico
Basada en la creencia que lo doméstico es femenino y lo público
masculino, por este grupo de maniobra se impone a la mujer hacerse cargo del
cuidado de algo común: el hogar y las personas que en ella habitan. Es una
práctica de sobrecarga por omisión, que el varón justifica apelando a su rol de
"proveedor" al que no se puede agobiar más de lo que soporta en su
trabajo (es paradójico que esta justificación la realizan aun varones que no
son los principales proveedores de o económico, con lo que imponen la
"doble jornada" a la mujer que trabaja).
· Uso expansivo-abusivo del espacio
físico y del tiempo para sí
Este grupo de mM se apoyan en la idea de que el espacio y el
tiempo son posesión masculina, y que por tanto la mujer tiene poco derecho a
ellos. Por tanto su apoderamiento es natural y no se piensa en la negociación
de espacios y ni de tareas comunes que llevan tiempo. Así, encuanto al espacio
en el ámbito hogareño, el varón invade con su ropa toda la casa.
· Insistencia abusiva
Conocido popularmente como "ganar por cansancio", este
mM consiste en obtener lo que se quiere por insistencia inagotable, con
agotamiento de la mujer que se cansa de mantener su propia opinión, y al final
acepta lo impuesto a cambio de un poco de paz.
Imposición de intimidad
Este mM consiste en una acción unidireccional de acercamiento
cuando el varón desea, es una práctica coactiva en cuanto el varón no se
molesta en negociar movimientos hacia la intimidad. Muy típico ejemplo de esto
es la seducción forzada cuando él quiere sexo.
· Apelación a la "superioridad"
de la "lógica" varonil
En este grupo se recurre a la "razón" (varonil) para
imponer ideas, conductas o elecciones desfavorables a la mujer. Utilizada por
varones que suponen que tienen la 'única" razón o que la suya es la mejor.
No tienen en cuenta los sentimientos ni las alternativas y suponen que exponer
su argumento les da derecho a salirse con la suya. No se cesa de utilizar hasta
que la mujer dé lógicas razones (las del varón, por supuesto), y obligan a que
ella tenga muy en claro su propia posición si no quiere someterse.
· Toma o abandono repentinos del
mando de la situación
Estas son maniobras que consiste en tomar decisiones sin contar
con la mujer en situaciones que la involucran, y en las que es difícil negarse.
Basados en la creencia del varón de que él es el único que tiene poder de
decisión.
MICROMACHISMOS ENCUBIERTOS
Estos mM encubiertos utilizan el afecto y la inducción de
actitudes para disminuir el pensamiento y la acción eficaz de la mujer,
llevándola a hacer lo que no quiere y conduciéndola en la dirección elegida por
el varón. Son los que atentan de modo más eficaz contra la simetría relacional
y la autonomía femenina. En ellos, el varón oculta (y a veces se oculta) su
objetivo de dominio y forzamiento de disponibilidad de la mujer.
· Abuso de la capacidad femenina de
cuidado
Este es el grupo de mM probablemente más avalado y silenciado por
la cultura. Por ellos el varón utiliza y explota la capacidad de las mujeres de
cuidado hacia otras personas. Esta capacidad está muy desarrollada en ellas por
efectos de su socialización que las impele a "ser para otros".
Alentadas por la cultura patriarcal, estas maniobras fuerzan disponibilidad
incondicional a través de la imposición de diferentes roles de servicio: madre,
esposa, asistenta, secretaria, gestora, etc. Las obligan a un sobreesfuerzo
físico y emocional que les resta autonomía vital. Con ellas, los varones
aprovechan abusivamente los beneficios del cuidado femenino ya que la
imposición de disponibilidad femenina hacia el varón, acrecienta la calidad de
vida de él a expensas de la mujer, sin que éste habitualmente lo reconozca. Sin
embargo, las estadísticas corroboran que los varones incrementan su salud
psicofísica durante el matrimonio, y las mujeres la empeoran. Y ellos disponen
de más tiempo de ocio. Algunas mujeres, conocedoras de este grupo de mM lo
llaman "vampirismo", es decir un comportamiento de extracción y
vaciamiento de energía vital que el varón aprovecha para sí.
Entre estos mM tenemos:
•Maternalización de la mujer.
•Delegación del trabajo de cuidado de los vínculos y las personas.
•Requerimientos abusivos solapados
· Creación de falta de intimidad
Suele decirse que los varones tienen dificultades para la
intimidad. Esto es cierto, pero también es cierto que la evitación de la
intimidad es un recurso de dominación que ellos utilizan cotidianamente. Así lo
muestran los mM de este grupo, que son maniobras activas de alejamiento, que
impiden la conexión y evitan el riesgo de perder poder y quedar a merced de la
mujer, más experta habitualmente en el manejo de las relaciones de cercanía
(Weingarten, 1991). Intentan controlar las reglas del diálogo a través de la
distancia y están sostenidas en la creencia varonil de su derecho a apartarse
sin negociar y a disponer de sí sin limitaciones (sin permitir ese derecho a la
mujer). Estas maniobras transmiten el mensaje que para el varón lo importante
es él, y el vínculo y la conexión son secundarios. Aquí podemos considerar
diferentes grupos:
· Silencio. Independientemente de las razones
internas que llevan al varón a estar silencioso (de hecho muchas veces el
silencio es debido a una sensación de impotencia), esta actitud es una maniobra
de dominación en tanto implica la imposición de silencio a la relación con la
mujer.
· Avaricia de reconocimiento y disponibilidad. Estas son maniobras
múltiples de retaceo de reconocimiento hacia la mujer como persona y de sus necesidades,
valores, aportes y derechos. Se retacea también el apoyo y el cuidado (además
de imponerle el rol de cuidadora). Conducen al hambre de afecto (el que, en
mujeres dependientes, aumenta su dependencia). Provocan además la
sobrevaloración de lo poco que brinda el varón -ya que lo escaso suele vivirse
como valioso- (Benard y Schiaffer, 1990). Una frase ejemplificadora de este mM
es: Si sabes que te quiero (o que aprecio lo que haces), ¿para qué precisas que
te lo diga?.
· Inclusión invasiva de terceros (amigos, reuniones y
actividades) Con esta maniobra se limita al mínimo o se hace dejar de
existir los espacios de intimidad. A veces está acompañada de la acusación a la
mujer de ser "poco sociable".
Seudointimidad:
En este grupo de mM el varón dialoga, pero manipulando el diálogo,
de modo de favorecer el control y el ocultamiento, dejando a la mujer con menos
poder al retacearle sinceridad.
• Comunicación defensiva-ofensiva. El objetivo de
la comunicación no es aquí la apertura sino que se habla para imponer y
convencer. Existen defensas y ataques para imponer las propias razones, y no
apertura ni negociación.
• Engaños y mentiras. Aquí el varón oculta u
omite información para desfigurar la realidad y seguir aprovechando ventajas
que si fuera sincero perdería. Oculta lo que no conviene que la mujer sepa,
para no ser perjudicado en lo que no quiere perder, fundamentalmente poder de
decisión. Entre los engaños más frecuentes se encuentran: incumplir promesas,
adular, negar lo evidente, negar descubrimientos femeninos de infidelidades,
etc. Y entre las mentiras: aquellas centradas en el uso del dinero, el tiempo
realmente ocupado, el no reconocer errores sabiendo que se cometieron, el
ofrecer aquello que no se está dispuesto a dar (sobre todo comprensión y
colaboración). Dan poder al varón en tanto impiden un acceso igualitario a la
información.
Desautorización
Estas maniobras están basadas en la creencia que el varón tiene el
monopolio de la razón, lo correcto y el derecho a juzgar las actitudes ajenas
desde un lugar superior. Presuponen el derecho a menospreciar. Conducen a
inferiorizar a la mujer a través de un sin número de desvalorizaciones.
Paternalismo
En este tipo de maniobra se enmascara la posesividad y a veces el autoritarismo
del varón, haciendo "por" y no "con" la mujer e intentando
aniñarla. Se detecta sobre todo cuando ella se opone al aniñamiento, y él no
puede tolerar que ella sea autónoma y no controlarla.
Manipulación emocional
Tenemos aquí a un grupo de mM donde el varón utiliza el afecto no
para el intercambio emocional sino como instrumento para lograr el control de
la relación. Se emiten mensajes que se aprovechan de la confianza y la
afectividad de la mujer para promover en ella dudas sobre sí misma y sentimientos
negativos, generando inseguridad y dependencia.
Autoindulgencia y autojustificación
En estas maniobras el varón se autojustifica o es muy indulgente
consigo mismo frente a la no realización de tareas o actividades que hacen al
cultivo de un vínculo igualitario. Procuran bloquear la respuesta de la mujer
ante acciones e inacciones del varón que la desfavorecen puesto que al no
hacerlas él, la obligan a hacerlas a ella (fundamentalmente cuidado de las
personas y de lo doméstico) Hacen callar apelando a "otras razones",
y eludiendo la responsabilidad por lo que se hace o deja de hacer. Eluden dejar
claro algo que en general el varón piensa: "esas no son mis
responsabilidades, lo que hago ya es bastante.
3. MICROMACHISMOS
DE CRISIS
Estos mM suelen utilizarse en momentos de desequilibrio en el
estable disbalance de poder en las relaciones, tales como aumento del poder
personal de la mujer por cambios en su vida o pérdida del poder del varón por
razones de pérdida laboral o de limitación física. Generalmente estos cambios
se acompañan de reclamos por parte de la mujer de mayor igualdad en la
relación. Suelen ser útiles no sólo para impedir que la mujer sea más autónoma
o para no sentirse dependiente de ella, sino también para impedir los reclamos
de ella respecto a la necesidad que él también cambie modificando sus hábitos
de superioridad. El varón, al sentirse perjudicado, puede utilizar
específicamente estas maniobras o utilizar las descriptas anteriormente,
aumentando su cantidad o su intensidad con el fin de restablecer el statu quo.
Los grupos que describiré a continuación suelen utilizarse frecuentemente en
una secuencia del primero al último, según la permeabilidad de la mujer para
dejarse presionar.
Hipercontrol
Este mM consiste en aumentar el control sobre las actividades,
tiempos o espacios de la mujer, frente al temor que el aumento real o relativo
de poder de ella pueda dejarlo a él en un segundo lugar e inferiorizado
Seudoapoyo
Apoyos que se enuncian sin ir acompañados de acciones
cooperativas, realizados con mujeres que acrecientan su ingreso al espacio
público. Se evita con ello la oposición frontal, y no se ayuda a la mujer a
repartir su carga doméstica y tener más tiempo.
Resistencia pasiva y distanciamiento
Este mM consiste en utilizar diversas formas de oposición pasiva y
abandono: falta de apoyo o colaboración, desconexión, conducta al acecho (no
toma la iniciativa, espera y luego critica. "Yo lo hubiera hecho
mejor"), distanciamiento, amenazas de abandono o abandono real
(refugiándose en el trabajo o en otra mujer "más comprensiva"), etc.
Rehuir la crítica y la negociación
Con este mM se intenta acallar los reclamos de la mujer respecto a
las actitudes dominantes del varón y evitar el cambio sosteniendo que él no lo
deseó. Se acompañan generalmente de culpabilización hacia el cambio femenino.
Algunas frases que reflejan esta maniobra son: ¿por qué debería cambiar si tú
cambias?, ¡Es tu problema! ¿De qué te quejas si me conociste así? ¡Si no
hubieras cambiado todo estaría bien!.
Promesas y hacer méritos
Maniobras en las que frente a reclamos de la mujer el varón
realiza modificaciones puntuales que implican ceder posiciones provisoriamente
por conveniencia, sin cuestionarse la creencia errónea de la
"naturalidad" de la tenencia de dicha posición. Estos cambios suelen
dejar de realizarse cuando la mujer deja de enfadarse y acepta darle "otra
oportunidad”. Algunos ejemplos: hacer regalos, prometer ser un buen hombre,
ponerse seductor y atento, hacer cambios superficiales, reconocer errores
frente a amenazas de abandono.
Victimismo
Por este mM el varón se declara víctima inocente de los cambios y
"locuras" de la mujer., con culpabilización acompañante para intentar
doblegarla. Si finalmente él se decide a algún cambio, lo vive como un gran
sacrificio, por lo que no se le puede pedir mucho, esperando ser aplaudido por
pequeños cambios y frustrándose si no lo hacen. ¡A ti nada te conforma! es una
frase manipulativa habitual utilizada en esta situación.
Darse tiempo
Este mM consiste en postergar y alargar el tiempo de decidirse a
darle importancia a los cambios y reclamos femeninos o a cambiar, hasta que
haya algo que obligue (en general un ultimátum de separación). Se manipula el
tiempo de la respuesta al pedido de cambio intentando dilatar la situación de
injusticia relacional. Es una clara maniobra de poder en tanto obliga a la
mujer a someterse a los tiempos y deseos del varón, que es quien conserva el
poder de decisión del momento de comenzar un cambio. Los modos de dilatar el
diálogo y la decisión de cambio pueden ser variados: ¡ya hablaremos!, ¡ya
veremos!, ¡lo pensaré! Otro modo frecuente es a través de la negativa a acceder
a una ayuda terapéutica, y si se lo hace, postergar frecuentemente la consulta
antes de decidirse realmente a hacerla.
Dar lástima
Cuando el varón realiza este mM procura que se apenen de él para
lograr que la mujer ceda. Para ello, puede, desde buscar aliados que comprueben
lo "bueno" que él es (y lo "mala" que es ella), hasta
comportamientos autolesivos tales como accidentes, aumento de adicciones,
enfermedades, amenazas de suicidio, que apelan a la predisposición femenina al
cuidado y le inducen a pensar que sin ella él podría terminar muy mal. El varón
exhibe en estos últimos comportamientos, manipulativamente, su invalidez para
el autocuidado.
EFECTOS DE LOS MICROMACHISMOS
W. Shakespeare ilustra, espléndidamente, las estrategias de
utilización de muchas de estas maniobras en función de dominar a la mujer,
restringiendo con hábiles artes su autonomía, en su obra "La fierecilla
domada". Su lectura alumbra con gran nitidez el efecto devastador de estas
estrategias de dominio.
La efectividad de todas estas maniobras, junto a la falta de
autoafirmación de la mujer, forman una explosiva mezcla con enormes efectos
negativos para ella y el vínculo que, como decíamos al comienzo de este
artículo suelen ir haciéndose visibles a largo plazo.
CONSIDERACIONES FINALES
Nombrar los mM es también una tarea que supone el
análisis crítico de la cotidianeidad y los comportamientos de
"seudoigualdad" que circulan diariamente. Así, ponerlos en evidencia debería
ser útil para las que las mujeres pudieran:
- Legitimar y ampliar su registro perceptivo de los
comportamientos masculinos denominación que ellas sufren y que los varones
generalmente no reconocen realizar.
- Reconocer el lenguaje de acción y manipulación- que no de
palabras -, tan propio de los varones pese a la creencia que la manipulación es
un arma fundamentalmente femenina.
- Disminuir la culpabilización inducida por estas maniobras y
recuperar su pensamiento y posibilidades de acción autónoma en la vida de
pareja cotidiana.
- Aumentar las posibilidades de crear sus modos de evitación y
resistencia ya que lo que se ve claramente puede ser mejor combatido.
- También y de modo importante, saber de sus efectos, porque el no
poder detectar que muchos de los malestares emocionales e inseguridades son
provocados por el ejercicio de los mM, hace que las mujeres (y sus parejas y
los profesionales de la salud) tiendan a adjudicarlos a problemas
intrapersonales o a "exageraciones" femeninas. Así surge la doble
victimización.
Alertar sobre su existencia y frecuencia supone también criticar
las creencias que las violencias de género son solamente sus formas más
dramáticas y que sólo la ejercen algunos varones.
Como hemos visto, los mM también son violencia de género y son
comportamientos habituales en todos los varones: la violencia no es sólo cosa
de otros, sino también de nosotros (varones). Reconocer esto supone que los
varones que creemos en la igualdad, debemos hacer algo más que acompañar a las
mujeres en sus reclamos y adaptarnos con esfuerzo a los cambios femeninos:
debemos cambiar también nosotros. Por esto último, nombrar los mM debería
servir para contribuir a que los varones que no se reconocen en el ejercicio de
la violencia mayor, que tienen una ética de justicia y respeto, no ignoren
las propias maniobras de dominio y dominación cotidianas. Para ello es
necesario:
- Estar dispuesto a una autocrítica sobre el ejercicio cotidiano
del poder y sobre la socialización en que son criados, la que avala la
superioridad sobre las mujeres y por tanto la creencia en tener derechos sobre
ellas.
- Entrenarse en el cambio de actitudes hacia la igualdad y el
respeto, ya que sólo con conocer no alcanza. Los grupos de reflexión de varones
son un buen espacio para ello.
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