domingo, 16 de junio de 2013

ANÁLISIS DEL VÍDEO : PSICOMÁGIA SOCIAL. Alejandro Jodorowsky y Marianne Costa, "Metagenealogía"





Según el vídeo mi punto de vista es el siguiente : 

No somos objeto de nadie y ningún sacerdote tiene derecho a decidir sobre nosotras y mucho menos de culpar a una niña que lo único que pedía al recurrir al confesionario era paz, que le dijera quizá : Vamos a acusarlo, no estas sola, no esta bien que el haga eso, tu vales mucho, no debes permitir que nadie te violente de esa forma, digamos esto a tus padres, autoridades, el lado humanitario de lo que tanto se jactan los sacerdotes se esfumo al escupirle a la cara esa respuesta tan absurda : “no lo vas a hacer más, verdad?” que rabia siento que alguien que se supone representa a Dios tenga tan irrepetibles frases y sentimientos . Mucho menos una institución tan desprestigiada por sus abusos cometidos como lo es la Iglesia Católica.
Acaso es más importante tapar el cuerpo femenino, el cual es visto como algo pecaminoso y por lo tanto sentirnos avergonzadas, que educar a la sociedad machista en la que nos desenvolvemos?  la propia Iglesia justifica y le da la razón a los violadores, es decir, si una mujer usa una falda sobre los muslos o una blusa en la que se enseñen el nacimiento de los senos, cualquier hombre esta autorizado para abusar de ella, las mujeres no somos libres de decidir sobre nosotras, tenemos que actuar de acuerdo a las normas de una institución que día a día se vuelve más arcaica ya que de otra manera seremos con justa razón el blanco de cualquier tipo de agresión, resulta absurdo que se pretenda culpar a las mujeres por nuestra forma de vestir, actuar y que se proteja, defienda y justifique el machismo, basta ya de fomentar el machismo, el patriarcado, las mujeres podemos vestirnos como queramos, los hombres tienen que respetarnos, ¿acaso es más grave poseer senos bonitos que violar a una mujer?.
La Iglesia apela al pudor de la mujer, sin embargo, con ello sólo fomenta, aun más, la opresión, violentando nuestro derecho a decidir sobre nuestra persona, nuestros hábitos; pero el hombre abusador no tiene que guardar el pudor, él puede disponer del cuerpo, la voluntad y la dignidad de una mujer a su antojo, como si de cualquier objeto se tratase.

Finalmente se ve una mujer pasando por una terapia que le permite no solo recordar ese mal momento, sino que también y lo más importante desfogar toda esa frustración que era como una cruz que por años la llevo en su espalda, sentía libertad al escenificar esa parte de su vida, y gritar : soy una mujer como cualquiera, con errores como cualquiera, deseo, amo, no soy una santa y no me vean así, soy tan normal como tu, como yo! 








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