Según el vídeo mi punto de vista es el siguiente :
No somos objeto de nadie y ningún sacerdote tiene derecho a
decidir sobre nosotras y mucho menos de culpar a una niña que lo único que pedía
al recurrir al confesionario era paz, que le dijera quizá : Vamos a acusarlo,
no estas sola, no esta bien que el haga eso, tu vales mucho, no debes permitir
que nadie te violente de esa forma, digamos esto a tus padres, autoridades, el
lado humanitario de lo que tanto se jactan los sacerdotes se esfumo al
escupirle a la cara esa respuesta tan absurda : “no lo vas a hacer más,
verdad?” que rabia siento que alguien que se supone representa a Dios tenga tan
irrepetibles frases y sentimientos . Mucho menos una institución tan
desprestigiada por sus abusos cometidos como lo es la Iglesia Católica.
Acaso es más importante tapar el cuerpo femenino, el cual es
visto como algo pecaminoso y por lo tanto sentirnos avergonzadas, que educar a
la sociedad machista en la que nos desenvolvemos? la propia Iglesia justifica y le
da la razón a los violadores, es decir, si una mujer usa una falda sobre los
muslos o una blusa en la que se enseñen el nacimiento de los senos, cualquier
hombre esta autorizado para abusar de ella, las mujeres no somos libres de
decidir sobre nosotras, tenemos que actuar de acuerdo a las normas de una
institución que día a día se vuelve más arcaica ya que de otra manera seremos
con justa razón el blanco de cualquier tipo de agresión, resulta absurdo que se
pretenda culpar a las mujeres por nuestra forma de vestir, actuar y que se
proteja, defienda y justifique el machismo, basta ya de fomentar el machismo,
el patriarcado, las mujeres podemos vestirnos como queramos, los hombres tienen
que respetarnos, ¿acaso es más grave poseer senos bonitos que violar a una
mujer?.
La Iglesia apela al pudor de la mujer, sin embargo, con ello
sólo fomenta, aun más, la opresión, violentando nuestro derecho a decidir sobre
nuestra persona, nuestros hábitos; pero el hombre abusador no tiene que guardar
el pudor, él puede disponer del cuerpo, la voluntad y la dignidad de una mujer
a su antojo, como si de cualquier objeto se tratase.
Finalmente se ve una mujer pasando por
una terapia que le permite no solo recordar ese mal momento, sino que
también y lo más importante desfogar toda esa frustración que era como una cruz
que por años la llevo en su espalda, sentía libertad al escenificar esa parte
de su vida, y gritar : soy una mujer como cualquiera, con errores como cualquiera,
deseo, amo, no soy una santa y no me vean así, soy tan normal como tu, como yo!
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